La era de la miniaturización
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La era de la miniaturización

Cubesats
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La industria espacial se dirige hacia la miniaturización. Este hecho tiene su mayor exponente en una tendencia de las empresas, universidades e instituciones: desde finales de los 90 cada vez hay más interés por el mercado de los CubeSats.

La demanda de lanzamientos de CubeSats es cada vez mayor, no sólo desde las universidades y los programas gubernamen­tales sino también desde las entida­des comerciales. Este crecimiento se extiende más allá de Estados Unidos y Europa a los países que están comen­zando a adentrarse en diferentes pro­gramas espaciales.

Los pequeños satélites son un camino atractivo hacia el espacio para estas naciones recién llegadas al sector es­pacial y de la miniaturización. A me­dida que más gobiernos y empresas se involucran, en muchas ocasiones con presupuestos más pequeños, los CubeSats se están convirtiendo en una opción rentable para alcanzar sus prioridades espaciales.

¿Cómo son los CubeSats?

Los CubeSats, que suelen encontrarse en una órbita baja, se encuadran dentro de los denominados nanosatélites, de­bido a sus reducidas dimensiones, tanto de volumen, como de masa. El módulo fundamental se basa en un cubo de diez centímetros de arista, que tiene un vo­lumen de un litro y una masa aproxima­da de un kilogramo.

La gran ventaja de la tecnología Cub­eSats es la accesibilidad al espacio que otorga a diferentes tipos de entidades, desde universidades de países en vías de desarrollo a empresas privadas, que no disponen de los recursos necesarios para afrontar una campaña espacial tra­dicional. Acceder al espacio ha requeri­do tradicionalmente de grandes inver­siones económicas y de largos periodos de preparación. Gracias a este tipo de tecnología se han reducido ambos fac­tores progresivamente.

Una misión actual con tecnología Cub­eSats se puede desarrollar en un perio­do de seis meses y un año, incluyendo la fase de lanzamiento. Al tratarse de un dispositivo muy pequeño en com­paración con la carga principal, se suele aprovechar la disponibilidad de los di­versos lanzadores en las misiones ha­bituales, para adjuntar CubeSats a la carga principal de los mismos, sin que estos tengan que modificar su configu­ración o añadir gastos por combusti­bles por el cambio.

Debido a estas ventajas, una de las aplicaciones más interesantes es la de construir constelaciones de nanosatéli­tes, para aplicaciones meteorológicas, de observación de la tierra o de posi­cionamiento.

Estos satélites de pequeño tamaño pueden jugar un papel complementario e importante. Por ejemplo, dando soporte a otras misiones. Una muestra de ello sería en forma de repetidor de información para un aterrizador (lan­der). En este sentido, cabe destacar la misión MarCO (Mars Cube One) de la NASA. Se trata del primer CubeSats en una misión interplanetaria. La mi­sión consta de dos satélites gemelosy su función consiste en ser testigos del aterrizaje de la misión principal, InSight, además de retransmitir los da­tos emitidos por dicho lander, de vuel­ta a la tierra, a la red de la NASA para el espacio profundo.

También pueden desempeñar un rol principal allá donde naves espaciales pequeñas sean necesarias o con un me­nor impacto negativo, como en el caso en el que se desee perturbar una medi­da científica lo menos posible.

El pasado mes de marzo, en la Paris Space Week, el portavoz de la empre­sa VDL ETG Projects, Mathieu Breukers, confirmó que “los clientes lo que piden es que los materiales se adapten a espa­cios pequeños, en otras palabras, que tengan un sistema compacto, flexible y reconfigurable que quepa en una uni­dad de CubeSats”.

Foto: NASA



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