La UNAM perfecciona el proyecto Cóndor para estudiar la contaminación atmosférica
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La UNAM perfecciona el proyecto Cóndor para estudiar la contaminación atmosférica

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(infoespacial.com) México D.F.- Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) están perfeccionando el sistema Cóndor, un proyecto a largo plazo que permitirá profundizar en el estudio de la contaminación atmosférica, así como tomar imágenes por satélite para estudios de áreas forestales y distribución urbana, entre otros.

Según explicó Saúl Santillán Gutiérrez, coordinador del Centro de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de Juriquilla (Querétaro) de la UNAM, Cóndor incluye el desarrollo de plataformas satelitales integradas con instrumentos de investigación para la ionosfera y de observación terrestre.

Su principal misión será operar sistemas de percepción remota para obtener fotografías del territorio nacional y verificar una teoría sobre el monitoreo de la ionosfera así como sus posibles efectos sobre el clima y las comunicaciones.

En el proyecto, que según recuerda El Universal cuenta con el apoyo del Instituto de Aviación de Moscú, participan además un equipo de técnicos rusos con el objetivo de consolidar un grupo de desarrollo tecnológico en ingeniería espacial que forme especialistas mexicanos en la materia que, en el futuro, serán asimilados por la planta académica de la universidad.

En este sentido, Santillán Gutiérrez destacó que el programa forma parte de la Red Universitaria del Espacio y que colabora activamente con la Agencia Espacial Mexicana (AEXA), que ya ha anunciado su participación la próxima edición de Tijuana Innovadora,  para fomentar la ciencia y tecnología.

Además, subrayó la participación de México en varias misiones espaciales y confió en el paulatino incremento de la velocidad de desarrollo de su nación en el marco del sector aeroespacial.

CAMBIO DE PARADIGMA

En opinión de Santillán Gutiérrez en los últimos años ha cambiado el paradigma para diseñar satélites y, ahora, hay auténticos laboratorios de cinco o seis toneladas que orbitan a más de 600 kilómetros sobre la superficie terrestre.

Su alternativa a esta situación es el desarrollo de constelaciones de microsatélites, con una masa de entre 30 y 100 kilogramos, así como experimentos puntuales con nanosatélites más baratos y accesibles cuyo peso como mucho alcance los 10 kilogramos.



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