dióxido azufre

El telescopio Webb registra por primera vez la fotoquímica de un "Saturno caliente"

A pesar de que el Hubble y el Spitzer ya habían registrado "ingredientes aislados" de la atmósfera de este planeta, "las nuevas imágenes brindan un menú completo de átomos, moléculas e incluso signos de química activa y de la presencia de nubes", explica el CSIC-INTA, cuyos investigadores del Centro de Astrobiología (CAB) han participado en el descubrimiemto.El investigador de la Universidad de Oxford en el Reino Unido y autor principal del artículo que explica el origen del dióxido de azufre en la atmósfera de WASP-39 b, Shang-Min Tsai, afirma que "esta es la primera vez que vemos evidencia concreta de fotoquímica (reacciones químicas iniciadas por luz estelar energética) en exoplanetas".Las nuevas detecciones, unidas a los datos más recientes "dan una pista de cómo se verían estas nubes de cerca: divididas en lugar de una capa única y uniforme sobre el planeta", explica el organismo científico español. El telescopio Webb también vio dióxido de carbono a una resolución más alta, proporcionando el doble de datos que los informados en sus observaciones anteriores.La astrónoma de la Universidad de California, Natalie Batalha, que ayudó a coordinar la nueva investigación, explica que observaron el exoplaneta "con múltiples instrumentos que, juntos, brindan una amplia franja del espectro infrarrojo y una panoplia de huellas dactilares químicas inaccesibles hasta JWST", añadiendo que "datos como estos son un verdadero logro".Espectro de la atmósfera del planeta WASP-39b detectado por el instrumento NIRSpec del JWST en el rango del infrarrojo medio (NASA/STSc).Un planeta no habitableA una temperatura de alrededor de 900 grados y con una atmósfera compuesta fundamentalmente de hidrógeno, no hay evidencias de que WASP-39 b pueda ser un planeta habitable, "pero el nuevo trabajo señala el camino para encontrar potenciales rastros de vida en un planeta habitable", explica el CSIC.Además, su cercanía a su estrella anfitriona, que está ocho veces más cerca que Mercurio del Sol, "lo convierte en un laboratorio para estudiar los efectos de la radiación de las estrellas anfitrionas en los exoplanetas".