El proyecto de la agencia estadounidense estudiará al menos 20 exoplanetas conocidos y sus estrellas anfitrionas, para descubrir cómo los cambios en las estrellas afectan las observaciones de las atmósferas de los exoplanetas.El acuerdo forma parte del contrato de Adquisición de Servicios de Lanzamiento de Vehículos Dedicados y de Viaje Compartido (VADR) de la Nasa, que permite a la agencia realizar adjudicaciones de precio fijo con entrega indefinida y cantidad indefinida durante el período de pedidos de cinco años de VADR, con un valor total máximo de 300 millones de dólares en todos los contratos.Según informa la NASA, a lo largo de su misión principal de un año, Pandora observará cada exoplaneta 10 veces, durante 24 horas en cada visita, y captará datos críticos sobre el planeta y su estrella anfitriona durante los tránsitos, un evento en el que un planeta pasa frente a la estrella que orbita."El satélite utilizará un innovador telescopio de aluminio de 45 centímetros de ancho para medir simultáneamente el brillo visible e infrarrojo cercano de la estrella anfitriona y obtener espectros infrarrojos cercanos del planeta en tránsito", indica el comunicado de la NASA. Esto permitirá a los científicos separar claramente las señales estelares y planetarias, conocimiento que mejorará las observaciones del Telescopio Espacial James Webb de la agencia y las futuras misiones de búsqueda de mundos habitables, como el Observatorio de Mundos Habitables.Pandora es un proyecto conjunto entre el Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt (Maryland) y el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California.
La NASA asegura que "el resultado marca un paso importante para determinar si los planetas que se mueven en órbita alrededor de pequeñas estrellas activas como Trappist-1 pueden mantener atmósferas necesarias para sustentar la vida". Esta gráfica compara la temperatura del lado diurno de Trappist-1 b medida con el MIRI de Webb contra modelos informáticos de la que sería la temperatura en diversas condiciones (NASA, ESA, CSA, J. Olmsted (STScI); Investigación científica: Thomas Greene (Centro Ames de la NASA), Taylor Bell (BAERI), Elsa Ducrot (CEA), Pierre-Olivier Lagage (CEA).Las mediciones se han ralizado con el instrumento de infrarrojo medio MIRI, y la Agencia añade que "también es un buen augurio de la capacidad de Webb de utilizar" dicho instrumento "para caracterizar exoplanetas del tamaño de la Tierra con temperaturas templadas".El astrofísico y autor principal del estudio, Thomas Greene, explica que "estas observaciones aprovechan muy bien la capacidad del infrarrojo medio de Webb", y que "ningún telescopio anterior ha tenido la sensibilidad para medir una luz del infrarrojo medio tan tenue".Detectar una atmósfera (o no)Las observaciones anteriores de Trappist-1 b con los telescopios espaciales Hubble y Spitzer "no encontraron evidencia de una atmósfera inflada, pero no pudieron descartar una atmósfera densa".Una forma de reducir la incertidumbre es medir la temperatura del planeta, según explica el coautor del artículo, Pierre-Olivier Lagage: "Este planeta está bloqueado por las mareas, con un lado que mira hacia la estrella en todo momento y el otro en oscuridad permanente.
El proyecto Carmenes, desarrollado en el Observatorio de Calar Alto (Almería), ha publicado datos que revelan el posible el descubrimiento de 59 exoplanetas entre 20.000 observaciones diferentes realizadas entre 2016 y 2020.Los científicos del proyecto recopilaron muestras de 362 estrellas frías cercanas con el objetivo de encontrar exoplanetas similares a la Tierra que, eventualmente, puedan ser habitables. El proyecto está financiado por España y Alemania y pretende encontrar exoplanetas con posibilidades de albergar agua en su superficie si estos se sitúan en la conocida como 'zona habitable' de su estrella.De los 59 exoplanetas descubiertos, una decena de ellos podrían ser habitables, según se recoge en un estudio publicado en la revista científica Astronomy & Astrophysics.El director del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), Ignasi Ribas, explica en el estudio que "desde que entró en funcionamiento, Carmenes ha reanalizado 17 planetas conocidos y ha descubierto y confirmado 59 nuevos planetas en la vecindad de nuestro sistema solar, contribuyendo notablemente a ampliar el censo de exoplanetas próximos".Los planetas observadosEn el período que abarca los años entre 2016 y 2020, Carmenes ha descubierto y confirmado 6 planetas similares a Júpiter, con masas más de 50 veces la de la Tierra, 10 similares a Neptuno, de 10 a 50 masas terrestres, y 43 similares a la Tierra, y supertierras, de hasta 10 masas terrestres.El instrumento utilizado para ello es un espectrógrafo que opera en el óptico y el infrarrojo cercano, por lo que mide tanto la luz visible como la infrarroja de los objetos hacia los que se enfoca.Infografía de los planetas detectados (IEEC).El eje vertical de la imagen recoge el tipo de estrella sobre la que los planetas detectados orbitan, en una escala de más o menos brillantes; mientras que el eje horizontal da una idea de la distancia del tipo de planeta. Por su parte, la franja azul recoge la zona habitable, por lo que los planetas que en la imagen están dentro de dicha zona, podrían albergar agua líquida en su superficie.
El planeta se llama Wolf 1069 b, igual que la estrella enana roja que orbita, y forma parte de una docena de planetas ajenos al sistema solar (se han descubierto más de 5.000) que podrían ser habitables.La astrónoma del Max Planck Institute for Astronomy alemán, Diana Kossakowski, ha dicho que "cuando analizamos los datos de la estrella Wolf 1069, descubrimos una señal clara y de baja amplitud de lo que parece ser un planeta de una masa aproximada a la de la Tierra". Kossakowski lidera el equipo que descubrió el nuevo exoplaneta, en el marco del proyecto Cármenes, del Observatorio de Calar Alto (Almería). El estudio, publicado en la revista Astronomy & Astrophysics, revela que "la llamada zona habitable se desplaza hacia el interior" del planeta debido a que la superficie de la estrella enana es relativamente, de ahí su aspecto anaranjado-rojizo.