The International Lunar Research Station (ILRS): la alternativa china a Artemis
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The International Lunar Research Station (ILRS): la alternativa china a Artemis

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Firma: ILRS
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Abogado, consultor espacial de Stardust Consulting y vocal de Aedae

Se ha escrito mucho tanto sobre el Programa Artemis para el regreso a la luna, como sobre los Artemis Accords, iniciativas de las que España forma parte. Respecto a esta última, recientemente se han sumado Grecia, incrementando el número de países europeos y en fecha tan reciente como el 15 de febrero, Uruguay.

Pero menos conocido es el programa liderado por China y conocido como Estación Internacional de Investigación Lunar o International Lunar Research Station (ILRS), al que dedicaré un somero análisis, tanto de su contenido, como de los aspectos geopolíticos a él vinculados.

Como sabemos, a partir de la enmienda Wolf (2011), China quedó excluida de la participación en proyectos donde interviniera la NASA, lo que motivó a las autoridades chinas a fomentar su ambicioso programa espacial al margen de las iniciativas occidentales y ello incluye, sin duda, la Luna. De la misma forma que puso en órbita su propia estación espacial, Tiangong, ha desarrollado el ILRS, también abierto a la cooperación internacional. En esta tesitura tenemos que, a partir de la invasión de Crimea y agravada por la invasión de Ucrania, Rusia ha sido y es objeto de embargo y sanciones internacionales, los que lleva a ambos países a ser el germen del proyecto espacial internacional que va tomando forma frente a Artemis.

Así, el ILRS se concreta en 2023, primero con un anuncio en abril por parte de la CNSA (China National Space Administration, por sus siglas en inglés) y más concretamente por el Deep Space Exploration Laboratory (DSEL) y posteriormente, con su desarrollo en el Ilrsco, es decir el International Lunar Research Station Cooperation Organization, que es la entidad jurídica que aglutina a los países y organizaciones que se han ido sumando al proyecto. El DSEL es un organismo cofundado por la propia CNSA, el gobierno de la provincia china de Anhui y la University of China Science and Technology en 2022, siendo en la actualidad el principal contratista para las misiones lunares chinas

Tenemos pues, dos iniciativas espaciales que no hacen sino poner de manifestó la existencia real de lo que podríamos denominar una segunda “carrera espacial” entre potencias, esta vez entre Estados Unidos y sus aliados y China y los suyos, con una meta clara: el espacio cislunar y más allá. Teniendo clara la complejidad de las operaciones espaciales y el reto que siempre supone salir de los aledaños de nuestro planeta, es evidente que ya no actúa un país frente a otro, sino que se va configurando una política de bloques que vienen a ser el reflejo de algunas de las situaciones que se viven sobra la superficie de nuestro planeta.

Debemos conocer en primer lugar en que consiste el proyecto ILRS. La International Lunar Research Station presenta dos vertientes claramente definidas:

Por un lado, lo que podemos denominar el programa espacial propiamente dicho, en el que China muestra su claro interés por el espacio y en concreto en la Luna, como una estación de tránsito para metas más ambiciosas, y como un laboratorio para el desarrollo de ciencias, tecnologías y uso de los recursos naturales, todo ello con su socio principal, Rusia, y dentro de lo que se enuncia como uso pacífico del espacio conforme al derecho internacional. Es decir, las similitudes con Artemis son evidentes.

Con estos parámetros básicos, la idea base es la instalación de una base automatizada en el polo sur lunar, con la posibilidad de cortas visitas tripuladas a las instalaciones. Los principales elementos por desarrollar son, en fases consecutivas, orbitadores, aterrizadores y una misión de retorno de muestras. La base operará de forma autónoma con capacidades para proporcionar energía, control, comunicaciones, transporte y desarrollo de ciencias y tecnologías y atrayendo el talento, de ahí el carácter internacional del proyecto.

Las principales metas científicas tendrán que ver con el estudio del origen y evolución de la luna, (topografía, geomorfología, química lunar y estructura geológica) y del espacio cislunar en su conjunto, la investigación astronómica, la vigilancia del sistema Tierra-Sol, y el desarrollo y utilización de los recursos naturales de la luna para la creación de energía y proveerse de elementos de construcción.

Las metas en el campo de la ingeniería son el establecimiento de una plataforma física plenamente operativa para el desarrollo de los citados objetivos científicos comentados; procurar un desarrollo de largo recorrido en el tiempo con relación a materias como el control de vuelo, la seguridad en los aspectos energéticos de la base, desarrollo de comunicaciones y navegación, y buscar nuevos desarrollos en la detección de objetos extraterrestres, como un puesto avanzado de defensa planetaria.

El proyecto se desarrollará en fases desde ahora y, como mínimo, hasta el 2024, haciéndose una transición desde un modelo básico a un modelo plenamente operativo. En cada una de estas fases se irán incorporando componentes y equipos (que incluyen la toma de muestras en la cara oculta de la luna en una misión de retorno); En la Fase I, estos equipos incluyen orbitadores, aterrizadores, satélites repetidores para comunicaciones, rovers, robots para operaciones en la superficie lunar y proceder con la verificación experimental del sistema de utilización de recursos naturales en la superficie lunar. En la Fase II, denominada modelo mejorado, se instalarían nuevos repetidores de comunicaciones y se focalizaría la obtención de energía in situ de larga duración, así como los estudios geológicos con mayor alcance en el subsuelo lunar, astronómicos y la recolección de muestras; es en esta fase donde se expandirían las instalaciones de comunicaciones, incluyendo la opción de constelaciones satelitales. También hay una referencia a experimentos con ciencias biológicas con un definido enfoque a experimentación médica. La Fase III, incluiría mayores desarrollos en ciencia exploratoria, uso de recursos naturales, apoyo a nuevas misiones lunares, convirtiendo la estación en una base práctica y multifuncional, experimentando con el mayor número de tecnologías en órbita y superficie lunar para validarlas y mostrar las capacidades para misiones tripuladas a Marte.

Uno de los elementos clave es el contar con instalaciones relacionadas con el transporte entre la Tierra y la Luna, así como módulos de diferentes categorías en la base. Respecto a las instalaciones en superficie, se contempla la utilización de tubos de lava como complemento a la excavación para ubicación de módulos.

El segundo aspecto relevante es el de la Cooperación Internacional promovida por China. Este elemento es de gran importancia geoestratégica, ya que constituye de facto la creación de dos bloques competidores en el espacio. Si bien Rusia venía formando parte de los principales proyectos internacionales (La propia ISS y en sus origines el mismo proyecto Artemis y la Space Gateway en órbita lunar), a partir de la invasión de Crimea, declino seguir participando con el, llamémoslo así, bloque occidental y paso a ser el aliado preferente de la potencia China. No solo la renuncia a Artemis, sino su intención de ir desvinculándose de la ISS y proceder a enviar su propia estación espacial ya auguraban un camino incierto.

Como todo acuerdo político de cooperación internacional que se precie en materia espacial, el uso pacífico del espacio se plantea como básico, haciéndose referencia expresa a “uso y explotación” pacífica, así como a conceptos como discusiones conjuntas, participación, compartir descubrimientos científicos y preservar los recursos lunares.

Si bien la adscripción rusa alproyecto ILRS tiene una razón de ser claramente técnica, debido al indudable expertise ruso en materia espacial, es evidente el carácter político, ya que la comentada exclusión china de las actividades espaciales occidentales, les ha llevado a planear su propio plan espacial que van cumpliendo paso a paso. Y obtener apoyo internacional es un elemento clave para evidenciar que no se están solos, sino que el soporte es más extendido y se pueden aunar capacidades. Teniendo claro que los impulsores son China y Rusia, habrá unos socios preferentes “fundadores” de la organización gestora, la citada ILRSCO, que dispondrán de privilegios y otros, con cooperación basada en capacidades más reducidas. Los cuarteles generales de la organización estarían en Hefei Deep Space Science City, en China, donde también se construirán nuevas instalaciones.

Los ámbitos de cooperación que se han establecido son:

(i) Desarrollo y coordinación estratégica en referencia a la exploración lunar y su utilización, así como los objetivos científicos y de ingeniería, incluyendo la creación de una hoja de ruta.

(ii) Desarrollo conjunto de los documentos legales que deben regular las relaciones entre las partes y con terceros (una clara referencia a la importancia de los aspectos regulatorios en materia espacial, ahora ya, sobre terreno lunar).

(iii) Revisión de los estándares existentes en el campo del desarrollo de lanzadores y vehículos espaciales, así como desarrollar potenciales definiciones para futuros estándares.

(iv) Coordinación y validación de los modelos de ILRS, coordinar la investigación científica y técnica llevada a cabo, así como su análisis y distribución de datos, conforme a las respectivas legislaciones de control de exportaciones de cada uno de los participantes.

(v) Colaboración en las actividades de lanzamiento de los componentes de la ILRS, dirección, segmento tierra, etcétera.

Y cada uno de los participantes podrá hacerlo en alguna de las siguientes categorías:

(i) Categoría A: Cooperación en misiones espaciales.

(ii) Categoría B: Cooperación en sistemas espaciales.

a. B1: Desarrolladores de al menos un sistema del ILSR.

b. B2: Socios que participen en una misión liderada por la CNSA China.

c. B3: Socios que participen en una misión liderada por ROSCOSMOS, Rusia.

(iii) Categoría C: Cooperación en subsistemas, por ejemplo, una determinada carga de pago desarrolladas por dos o más socios (satélite).

(iv) Categoría D: Cooperación en equipos a bordo: ejemplo, determinados instrumentos científicos.

(v) Categoría E: Cooperación en segmento terreno y aplicaciones. Por ejemplo, operaciones orbitales, mantenimiento, construcción de un centro de datos, análisis de datos y/o desarrollo de aplicaciones.

Para todo ello se ha creado un grupo de trabajo interagéncias (China y Rusia) a las que se suman los socios, del que dependen tres subgrupos (Legal, Científico e Ingeniería), que desarrollan cada uno una lista de materias en concreto.

Y si hasta el momento hemos citado a China y Rusia dentro del ILRS y conocemos de sobras a los miembros de Artemis, ¿quién más está en el ILRS, configurando este bloque competidor?

Al margen de los citados, tenemos a Bielorrusia, Pakistán, Azerbaiyán, Venezuela, Sudáfrica, y Egipto como países y luego, una serie de entidades: la APSCO (Asia-Pacific Space Cooperation Organization), que incluye a Bangladesh, Irán, Mongolia, Perú y Tailandia, junto a los ya citados China y Pakistan; NanoSpace Ag de Suiza, La International Lunar Observatory Association, ILOA, de Hawai; El National Astronomical Research Institute of Thailand de Tailandia, la University of Sharjah, en Emiratos Árabes Unidos y la Adriatic Aeroespace Association (A3) de Croacia.

Como se puede ver, si bien respecto a países queda claro que todos están dentro de una misma órbita geopolítica (durante años se debatió si India formaría parte o no, pero finalmente se decantó por los acuerdos Artemis), en el ILRS participan algunos organismos occidentales. Y hay que recordar que la CNSA tiene también acuerdos firmados con Argentina y Brasil y tiene una política muy activa en Latinoamérica y África, por lo que es de esperar que haya nuevas afiliaciones.

Tenemos pues, una breve pincelada sobre la iniciativa China que compite directamente con Estados Unidos en el espacio. Cada uno de los líderes busca aglutinar aliados que sumen no solo capacidades tecno-científica, sino apoyo geopolítico. Es evidente que el espacio tiene una importancia crítica en nuestros días y es un dominio esencial en los que se libra una competencia feroz, ya no solo entre países, sino entre compañías privadas. Y dada la situación en la Tierra, ese escenario, por más que haya referencias a la legalidad internacional, los usos pacíficos del espacio, los Tratados internacionales etc., no deja de estar cada vez más encendido.

Sirva como ejemplo las recientes noticias, más bien difusas, sobre la pretendida colocación en el espacio por parte de Rusia, miembro del ILRS de sistemas espaciales nucleares. No está claro si hablamos de satélites con propulsión nuclear (que ya los hay por ambos bandos) o de armas nucleares con capacidad antisatélites.

La propulsión nuclear de vehículos espaciales proporciona sobre todo mayor velocidad de reacción, elemento muy útil si se opera en el espacio cislunar, al que hay que llegar y luego maniobrar con agilidad en diferentes planos orbitales. Los Estados Unidos, con la propuesta Draco busca precisamente esa eficacia en rapidez y maniobrabilidad.

El uso de armas nucleares en el espacio contraviene frontalmente el Tratado del Espacio de 1967, lo que es sabido por todas las partes. Bien es cierto que, antes de esta regulación, en 1962, los estados Unidos llevaron a cabo una prueba nuclear en LEO (400Km), con un artefacto nuclear de 1.44 Kilotones, que provocó daños a casi un tercio de los satélites en orbita, creo un EMP (Pulso electromagnético) y afecto a los cinturones de Van Allen. Ninguna otra prueba nuclear se ha llevado a cabo en órbita, con buen criterio de todos los potenciales implicados con esta capacidad, por lo que esperemos, la noticia referida trate de propulsión. Porque, ¿si se instalan armas nucleares en órbita terrestre, que impide que los dos bloques competidores en la nueva carrera lunar los desplieguen en órbita lunar y amenacen recursos esenciales como los cráteres donde existe agua? Como puede verse, estas cuestiones hoy en día no son ciencia ficción, si no algo de lo que hay que tomar cumplida nota y poner en valor la relevancia de los temas regulatorios y geopolíticos vinculados al espacio, que cada vez tendrán una mayor incidencia en los aspectos técnicos y científicos.



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