El primer propulsor espacial español entrará en órbita el próximo domingo
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El primer propulsor espacial español entrará en órbita el próximo domingo

​La startup madrileña Ienai Space incorpora su tecnología a dos satélites que se lanzarán en el próximo vuelo de Firefly
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El propulsor 'Athena'. Foto: Ienai Space
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La startup madrileña Ienai Space incorpora su tecnología de propulsión eléctrica Athena a dos satélites Génesis integrados por Amsat España. La empresa americana Firefly será la encargada de realizar el lanzamiento en su segundo intento de entrar en órbita con el microlanzador Alpha SLC-2. El vuelo está programado para el domingo 11 de septiembre a las 00:00 horas (CET), desde el espacio-puerto de Vandenberg, en California.  El cohete lleva a bordo varios satélites experimentales, incluyendo varios picosatélites españoles (de peso menor a un kilogramo).

La misión llevará a órbita dos demostradores tecnológicos para los futuros propulsores Athena, con los que la empresa española espera irrumpir en el mercado global de la propulsión eléctrica. Este mercado se encuentra dominado actualmente por empresas americanas o rusas, aunque con fuertes competidores en Francia, Alemania o Austria; Ienai Space es la única empresa española que desarrollando una versión comercial de un propulsor eléctrico. La principal ventaja de estas tecnologías, frente a los más tradicionales propulsores químicos, es la capacidad de ahorrar grandes cantidades de masa de propelente, permitiendo que los satélites sean más ligeros y, por tanto, menos costosos de lanzar a órbita.

GENESIS satsLos satélites Génesis. Foto: Ienai Space

Un lanzamiento de alto riesgo

La misión a bordo del cohete de Firefly es un demostrador de algunas tecnologías críticas del propulsor, que se integrarán en una futura versión comercial del motor, disponible en 2023. La misión durará varias semanas, tras la cual los satélites Genesis deorbitarán de forma planeada, quemándose en la atmósfera y evitando así convertirse en basura espacial.

Como ya mencionó el CEO de Ienai Space, Daniel Pérez Grande, a Infoespacial, Firefly todavía no ha alcanzado órbita. Su primer lanzamiento finalizó con la explosión de su lanzador Alpha en septiembre del año pasado, "es un lanzamiento de alto riesgo", aseguró Pérez. El CEO contempla todas las posibilidades y es optimista con respecto al futuro al añadir que "en caso de que falle tenemos planeadas varias misiones para el año que viene, es muy importante poder enseñar nuestra tecnología en órbita, es nuestra meta y vamos a hacerlo".

FireflyFotografía del lanzador Alpha SLC-2 de Firefly. Foto: Ienai Space

Cohetes eléctricos para todos los tamaños

Los propulsores eléctricos emplean campos eléctricos y magnéticos para acelerar los propelentes, generando así empuje sobre los satélites. Por el contrario, en los propulsores químicos el empuje se genera gracias a la combustión de los propelentes y su expulsión. La electrificación de la movilidad espacial comenzó bastante antes que la de otros sectores, como el de la automoción. El primer motor cohete eléctrico fue lanzado en el 1964 a bordo de la misión SERT-1 de NASA. A partir del 2000, los propulsores eléctricos se han usado de forma generalizada para llevar a cabo maniobras en órbita. En aquella época, los gigantes aeroespaciales adoptaron las tecnologías de propulsión eléctrica en las grandes plataformas geoestacionarias que dan soporte a nuestras comunicaciones globales: EutelSat 172B (Airbus), 702SP (Boeing) y SpaceBus NEO (Thales). Este cambio les permitió ahorrar entorno al 50% del peso de los satélites, reduciendo así la factura de los lanzadores. Sin embargo, el uso de la propulsión eléctrica alarga los tiempos necesarios para llegar a órbita geoestacionaria unos seis meses.

Las tecnologías tradicionales de propulsión eléctrica de satélites estaba pensado para satélites grandes y pesados, y se vuelve muy poco eficiente cuando se intenta escalar a las bajas potencias eléctricas, algo que para la actualidad es fundamental debido a la importancia de los nanosatélites. Para resolver esta problemática, la Ienai Space recurrió a una tecnología desarrollada por NASA en los años 70: los motores de electrospray, rescatada por el español Manuel Martinez Sanchez, profesor en el MIT y Doctor Honoris Causa por la UC3M. Estos propulsores se basan en el uso de sales fundidas (también conocidas como líquidos iónicos) como propelente, a diferencia de los motores eléctricos tradicionales, que usan gases como el Xenon o el Kriptón. Estas sales pueden ser aceleradas a través de campos eléctricos sin necesidad de ionizar el propelente, lo que les confiere altísimas eficiencias, permitiendo retener tanto empujes altos (comparados con otras tecnologías de propulsión eléctrica) como altos rendimientos del propelente.



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