La ESA mejora sus estimaciones de biomasa forestal gracias al Sentinel-1
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La ESA mejora sus estimaciones de biomasa forestal gracias al Sentinel-1

Mapa de biomasa. Foto ESA.
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Los nuevos mapas de biomasa, generados por un equipo de investigación que trabaja como parte de la iniciativa de cambio climático de la Agencia Espacial Europea (ESA), brindan una visión global de la distribución de la biomasa aérea y la densidad espacial durante los años 2010, 2017 y 2018. Los mapas se derivan de una combinación de datos, dependiendo del año, de la misión Sentinel-1, el instrumento ASAR de Envisat y el satélite de observación terrestre avanzado de JAXA, junto con información adicional de fuentes de observación de la Tierra.

Las fluctuaciones en la biomasa rica en carbono contenida en los bosques del mundo pueden contribuir al cambio climático o ralentizarlo. La ESA está estableciendo una serie de nuevos mapas de biomasa aérea, generados mediante observaciones espaciales, para ayudar a comprender el ciclo del carbono global y respaldar la gestión forestal, la reducción de emisiones y los objetivos de la política de desarrollo sostenible.

La biomasa aérea se refiere al tallo, la corteza, las ramas y las ramitas de los componentes leñosos de la vegetación. A medida que la fotosíntesis extrae dióxido de carbono de la atmósfera, almacena carbono en la vegetación en una cantidad comparable a la del carbono atmosférico. La vegetación tiene el potencial de secuestrar más carbono en el futuro o de contribuir como una fuente aún mayor.

La biomasa de la vegetación es una variable ecológica crucial para comprender la evolución y los posibles cambios futuros del sistema climático, a escala local, regional e incluso global. Por esta razón, es reconocido por el Sistema Global de Observación del Clima (SMOC) como una de las 54 variables climáticas esenciales utilizadas para caracterizar el clima.

Posibilidad de monitorear el cambio climático

 

Los datos de observación de la Tierra se utilizan habitualmente para validar la precisión o identificar sesgos en los modelos climáticos. Los nuevos mapas, proporcionados con una resolución de 100 metros, han recortado las estimaciones de incertidumbre y ayudarán a restringir aún más los modelos.

Mediante el uso de una metodología de recuperación coherente a nivel mundial, la llegada de mapas de biomasa de varios años acerca la posibilidad de monitorear el climático. "Se anticipa que la combinación de estos nuevos datos aumentará la consistencia de estos mapas de alta resolución y dará un paso más hacia el seguimiento de los cambios y la estimación directa de las ganancias y pérdidas brutas de biomasa aérea a escala", explican los científicos.

Con una década de estimaciones de biomasa global en el horizonte, los mapas están diseñados para permitir a los científicos realizar análisis de tendencias, permitiendo, por ejemplo, comprender mejor el impacto de fenómenos climáticos regionales como El Niño en la dinámica de la biomasa.

El seguimiento del cambio de biomasa también se está volviendo cada vez más importante a medida que los gobiernos nacionales trabajan para informar para el balance global, un aspecto del acuerdo climático global de París, que verificará periódicamente el progreso internacional hacia el cumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones para limitar el calentamiento global.

 

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