Desarrollo espacial en América del Sur: Una historia de fracasos y llegadas tarde y2
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Desarrollo espacial en América del Sur: Una historia de fracasos y llegadas tarde y2

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(Documento IEEE) – Victoria Valdivia Cerda - 2ª Parte - Es sabido que los esfuerzos, para que sean productivos, deben estar coordinados por un órgano que aúne y efectivice los procedimientos, a fin de maximizar los recursos. Ese órgano, en la revisión de la experiencia de los Estados potencias espaciales, se corresponde mayoritariamente a la figura de Agencias Espaciales, organismos técnicos que vinculan las diversas áreas de la sociedad integrando conocimiento y dirigiendo los programas espaciales en observancia a los intereses estratégicos del Estado.

En América Latina, el panorama varía en virtud de la observancia de otros órganos que articulan los temas espaciales a nivel interno. Las formas son múltiples: desde una facción de las Fuerzas Armadas (mayoritariamente la Fuerza Aérea por su capacidad técnica de manejo en espacio aéreo), Consejo de Ministros u órganos vinculados al desarrollo, innovación y tecnología. Estas relaciones se muestran en la siguiente ilustración:

Ilustración 5: Tipo de organismo interno que coordina la actividad espacial en los Estados de América Latina al 20157.

El pretérito gráfico, señala la tendencia de creación de órgano central sobre materias espaciales bajo la forma de una Agencia Nacional Espacial, ello debido a que un órgano de este tipo es capaz de articular los esfuerzos en el área de desarrollo e investigación dentro del área. Esto implica la idea de autonomía de las Agencias Espaciales, las cuales toda vez que rinden cuenta al Gobierno, tienen la capacidad de trascender más allá del período de duración de los gobiernos, reduciendo el nivel de descenso en materias de desarrollo espacial en virtud de la continuidad del órgano que vela por los intereses del Estado en estas materias.

Asimismo, la creación de Agencias Espaciales marca tendencia en aquellos Estados que presentan, desde la construcción discursiva, interés legítimo de conseguir los beneficios del uso del espacio ultraterrestre, creando para ello un órgano que es capaz de dialogar con pares en el escenario internacional, vale decir: de agencia espacial a agencia espacial en los foros de la COPUOS sobre la regularización del uso del espacio ultraterrestre.

Por su parte, el 31,82% de los Estados con desarrollo espacial en la región, articulan sus esfuerzos mediante organismos técnicos, contando entre ellos principalmente a la Fuerza Aérea de cada Estado y en el caso particular de Chile, un organismo técnico-político, encabezado por un Consejo de Ministros según la modificación a la Política Nacional Espacial del año 2015. Se ha observado, que aquellos Estados que presentan esta forma de organización de las actividades espaciales, se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo en el área en comento y mayoritariamente carecen de una Política Nacional Espacial. El asunto espacial aún no es consagrado como un problema público, ni considerado como un nuevo espacio geográfico por los Estados que componen América Latina y el Caribe: ellos no han realizado el diagnóstico que el Sistema Internacional y el Orden que le sostiene se ha extendido tanto como lo ha hecho la biósfera, constituyendo al escenario ultraterrestre como un nuevo espacio geográfico y por tanto revistiéndole de factores estratégicos sea tanto por el uso del espacio aéreo como por los nuevos desafíos que de él emanen. En virtud de los desafíos y amenazas que reviste el nuevo espacio geográfico se ha de otorgar marco de competencia a la rama de las Fuerzas Armadas que custodia dicho espacio: la Fuerza Aérea, según lo comprendido, de forma general, en los Libros Blancos de la Defensa de los Estados de la región.

Para el caso de Chile, que recientemente ha promulgado su Política Nacional Espacial, se ha avanzado a la creación del órgano técnico-político a fin de no trastocar el también reciente desarrollo espacial, a la vez que se generan las bases para poder desarrollar una Agencia Nacional Espacial, con una fuerte presencia civil, para lo cual es preciso primeramente generar masa crítica de conocimiento por medio de la formación de Capital Humano Avanzado, mas este punto será tratado posteriormente.

Finalmente, el 27.27% de los Estados que catalogan bajo la categoría de “no observado”, corresponden a aquellos en donde no se ha definido a un órgano con área de responsabilidad, técnica y/o política respecto al escenario ultraterrestre. Estos Estados son aquellos que no tienen desarrollo espacial, como en el caso de Belice y/o aquellos cuya actividad espacial depende de una Agencia Espacial extranjera, asociada a una potencia nuclear, como en el caso de Panamá y su vinculación con la actividad de la NASA.

Institucionalización del problema público espacio ultraterrestre

Al observar la tendencia de institucionalización de un problema que se haya considerado como público, se observará el surgimiento de una política pública, la cual tendrá por finalidad la resolución del problema definido a fin de disuadir el conflicto interno debido al aumento de los grados de insatisfacción en virtud del binomio demanda- respuesta, desde la sociedad civil.

Como se señaló pretéritamente, el uso del espacio ultraterrestre para América Latina tiende a gravitar en torno a los beneficios que este escenario aporta en virtud de las necesidades de la sociedad civil en acceso a la tecnología, información, salud, entre otros. Por ello, a fin de reconocer al espacio ultraterrestre como parte de un problema público o un problema público por sí mismo, deberá observarse si cada Estado en su particularidad ha generado un instrumento normativo destinado a coordinar los esfuerzos en esta área, con el carácter de política pública, lo cual se detalla en el siguiente gráfico:

Ilustración 6: Tipo de instrumento normativo sobre el uso del espacio ultraterrestre por Estado en América Latina.

De los resultados obtenidos, en virtud de la base de datos construida a partir de la investigación caso a caso, se observa que el 50 % de los Estados componentes de la región, han diseñado otro documento respecto a los procedimientos y usos que reconocen en el espacio ultraterrestre, documentos que principalmente corresponden a lo que sus Libros Blancos de la Defensa estipulen como área de responsabilidad de la Fuerza Aérea en virtud de que ambos espacios son adyacentes.

El 31,82% de los Estados de la región, han formulado una política nacional espacial, como instrumento público de coordinación de las capacidades estatales en escenario ultraterrestre, porcentaje un tanto menor en comparación con el de porcentaje de Estados que han establecido una Agencia Nacional Espacial. Ello encuentra explicación en el contexto económico de la región: toda vez que la región ha experimentado cierta estabilidad en materias políticas, desde los años 80, el panorama económico no ha sido auspicioso con la región en virtud de su vulnerabilidad respecto al centro económico, el cual está en crisis desde el año 20088, lo que merma la capacidad de aunar voluntades políticas internamente, en donde deben redestinarse porcentajes del presupuesto de otros sectores hacia el sector espacial por medio de un instrumento inquebrantable en el espíritu de la Ley. Este fenómeno explicaría el por qué hay mayor porcentaje de Agencias Espaciales, pero menor porcentaje de políticas públicas que normen esta área. ,

Finalmente, el 18,18% de los Estados de América Latina, no presenta ningún instrumento político ni jurídico que norme la actividad del Estado en el espacio ultraterrestre, lo cual está explicado por aquellos Estados que no incluyen el tópico en sus definiciones estratégicas, por medio de instrumentos como políticas de defensa o similares.

Conclusiones

Para el caso latinoamericano se observa como regla general la incapacidad de operatividad autónoma en espacio ultraterrestre como consecuencia de los fenómenos asociados a la pobreza: falta de masa crítica, capital humano y financiero así como la asistencia de problemas públicos que desvían la atención de la innovación a la inmediatez de solución a temas urgentes como el narcotráfico, inseguridad y violencia.

Las debilidades estructurales que se observa mayoritariamente en América Latina, ha relegado la lectura del desarrollo del espacio ultraterrestre a la lejana apreciación devenida desde la Guerra Fria: son temas pertinentes a aquellos Estados que pretenden desafiar el statu quo internacional, realidad que no es objetivo de la mayoría de los Estados en América Latina, cuyo foco está en subsistir en un escenario con altos índices de incertidumbre y vulnerabilidad.

Destacan en la región los casos de los Estados del Cono Sur: Argentina, Brasil y Chile, como aquellos de mayor nivel de desarrollo del área, con todo un desarrollo que desde la perspectiva comparada resulta incipiente en el todo del Sistema Internacional, sobre todo cuando se compara con el desarrollo de India o China, como Estados espaciales recientes.

El alto nivel, para el contexto regional, de institucionalización y desarrollo del escenario por parte del Estado argentino y brasileño, responde a la aspiración de ambos Estados de hacerse de la categoría de hegemonía regional, a fin de cambiar su peso relativo en el escenario internacional. En esta lógica el desarrollo del espacio ultraterrestre como área de innovación y desarrollo es una obligación por cuanto constituye hoy un teatro más de operaciones para los Estados del mundo: es necesario ser competitivo en dicho nicho a fin de ser considerado un par.

El desarrollo pertinente de una institucionalidad en materias de coordinación de actividad espacial, dota a los actores de la capacidad de maximizar los beneficios de la inversión en este sector. En el caso de la experiencia brasileña también ha significado el tomar un rol regional hegemónico, en virtud de la participación en Organismos Internacionales en la materia, ello debido a que tienen un actor capaz de dialogar en igualdad con sus pares en el sistema internacional. Al ser capaces de realizar esta acción, Brasil ha avanzado al desarrollo de una industria espacial competitiva, a fin de igualar las capacidades en un entorno asimétrico: logrando el cambio del statu quo devenido de su posición geográfica y tardío desarrollo.

Por su parte, Chile ha perdido ventanas de oportunidades relacionadas con la intensa sociabilización del asunto espacial en el período de la Carrera Espacial en virtud de la cooperación sostenida con Estados Unidos, ello debido a la falta de institucionalidad pertinente para coordinar las áreas de acción. El desinterés sostenido, de forma general, por los distintos gobiernos posteriores, se ha debido, en una de sus causales, a la emergencia de cuestiones de respuesta inmediata y falta de financiamiento para todas las urgencias nacionales, ha desfasado el desarrollo científico – tecnológico chileno. Con todo, la estrategia chilena se ha desviado desde el desarrollo autónomo de la actividad industrial espacial hacia la búsqueda de liderazgo en organismos internacionales como la COPUOS, en donde el Estado pueda cooperar y marcar tendencia en la generación de discursos ad hoc a los principios de Naciones Unidas en materias de desestimación de conflicto en espacio ultraterrestre.

El avance al desarrollo involucra la capacidad de auto-gestionar el conocimiento, formación de capital humano avanzado con capacidad de innovar en aquellas áreas estratégicas, zonas en donde en virtud de la capacidad de cada actor pudieran resultar de provecho al menor costo. La tendencia regional no está en materias de innovación sino de reiteración de experiencias exitosas sin considerar las diferencias de contexto tanto histórico como social.

Finalmente, la región enfrenta escenario de vulnerabilidad respecto al acceso a la tecnología proveniente de escenario ultraterrestre tal como telefonía, internet, servicios de geo-localización y similares debido a la falta de autonomía de operación en dicho escenario, lo cual ante un eventual cambio de uso del espacio debido a la tensión sino-occidental podría orillar a la región a la toma de partido por uno de los bandos, restando los beneficios de mantener una política internacional, desde sus individualidades, abierta al Sistema Internacional por completo y amparada en el ejercicio del Derecho Internacional Público.

(7) Ibid.

(8) Crisis del subprime en Estados Unidos.

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