La NASA publica los primeros resultados de la misión Juno
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La NASA publica los primeros resultados de la misión Juno

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La NASA ha obtenido los primeros resultados de la misión Juno. Han informado de ciclones de hasta 1.400 kilómetros de diámetro en las regiones polares, emanaciones de metano que alteran el clima y un campo magnético que, además de tener una fuerza inesperada, genera auroras cuando interaccionan con el viento solar.

El 27 de agosto de 2016 la nave espacial Juno de la NASA dio su primera vuelta alrededor de Júpiter, empezando una misión de 20 meses en la que, gracias a su órbita muy elíptica, ya ha rodeado varias veces las regiones polares y se ha aproximado a unos 4.200 kilómetros de la espesa capa de nubes.

El investigador Scott Bolton desde el Southwest Research Institute de San Antonio (Texas) presenta los datos de las capas nubosas. Las imágenes de los polos jovianos, desconocidos hasta la llegada de Juno, muestran un escenario caótico con estructuras ovaladas blanquecinas, muy diferente al que se observa en las regiones polares de Saturno, con su misterioso patrón nuboso hexagonal.

La información registrada revela la existencia de unas estructuras inesperadas que los autores interpretan como señales de acumulación de amoniaco, que brota desde la atmósfera profunda generando colosales sistemas climáticos.

Además, se han realizado mediciones del campo gravitatorio de Júpiter, lo que ayuda a los científicos a comprender mejor la estructura atmosférica de este gigante gaseoso y determinar si tiene un núcleo sólido.

Las mediciones enfocadas al enorme campo magnético del planeta revelan que, cerca de la superficie, este campo supera con mucho las expectativas, ya que es considerablemente más fuerte de lo que predecían los modelos.

El segundo estudio, dirigido por el investigador del Space Research Corporation in Annapolis (Maryland, EE UU) John Connerney, también ofrece nueva información sobre las auroras y la magnetosfera de Júpiter, una región donde el campo magnético del planeta interacciona y desvía el viento solar.

John Connerney destacó que “los detectores de plasma y partículas energéticas registraron electrones precipitándose en las regiones polares, produciendo intensas auroras, que pudimos observar simultáneamente con espectrógrafos de imágenes ultravioletas e infrarrojas.”

Foto: NASA.



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