ClearSat o cómo reducir los efectos amenazantes de la basura espacial
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ClearSat o cómo reducir los efectos amenazantes de la basura espacial

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(infoespacial.com) París.- Objetivo: paliar los efectos de la basura espacial. La Agencia Espacial Europea (ESA) celebrará en su centro tecnológico ESTEC en Holanda los próximos días 17 y 18 de marzo un encuentro de especialistas para repasar los últimos avances en sistemas tanto activos como pasivos para retirar a los satélites de sus órbitas operacionales. También se presentará el nuevo programa CleanSat de la ESA, dedicado a salvaguardar el medio ambiente terrestre y espacial.

La iniciativa Cleansat pretende disminuir el número de plataformas que quedan abandonadas en el espacio, reducir el riesgo de chocar en órbita con fragmentos de basura espacial y moderar la amenaza que podría suponer una reentrada no controlada en la atmósfera terrestre.

El foro internacional servirá para que empresas especializadas presenten sus ideas para acabar con la producción de basura espacial que se acumula principalmente en órbitas bajas terrestres (LEO).

Actualmente se pueden contar más de 12.000 fragmentos de basura espacial de más de 10 centímetros de diámetro en órbita a la Tierra, entre los que se encuentran satélites abandonados, etapas superiores agotadas y fragmentos de antiguas misiones. Las zonas más peligrosas son los polos, pues hay mucha actividad sobre ellas.

El número de fragmentos más pequeños, y por lo tanto imposibles de detectar, está en el orden de los millones: cientos de miles de trozos de 1 a 10 centímetros de diámetro y literalmente millones de partículas más pequeñas. A velocidad orbital, una tuerca de 1 centímetro puede golpear a un satélite con la fuerza de una granada de mano.

Las normas internacionales especifican que se debe minimizar el número de fragmentos que se abandonan en órbitas con alta densidad de tráfico, y especialmente en las órbitas bajas, fundamentales para las misiones de observación de la Tierra y para algunos tipos de satélites de telecomunicaciones, sin olvidar las naves tripuladas y la Estación Espacial Internacional (ISS).

En las LEO, que se extienden hasta una altitud de 2.000 kilómetros, los satélites se deben retirar en un plazo de 25 años tras el fin de su misión. Para ello, pueden descender hasta una altitud a la que la resistencia atmosférica fuerce su reentrada en la atmósfera o se pueden elevar hasta una ‘órbita cementerio’ con menor actividad.

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Foto: ESA



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