El estudio del asteroide Apophis ha desatado una ola de proyectos científicos en Europa y América dado que se acercará mucho a la superficie de la Tierra, un fenómeno extraordinariamente poco frecuente. El 13 de abril de 2029, esta roca espacial del tamaño del Empire State Building de Nueva York pasará a tan solo 31.600 kilómetros de altura, más cerca que los satélites geoestacionarios que giran a 36.000 kilómetros. Para poner en perspectiva esa distancia, es diez veces menor que la que nos separa de la Luna.
Este encuentro inédito, que será visible a simple vista desde algunas regiones del planeta, representa una oportunidad única para la ciencia planetaria: nunca antes un objeto de este tamaño -unos 340 metros de diámetro- había rozado nuestro mundo de forma tan predecible y segura.
Descubierto en 2004, su aparición fue una noticia traumática pues los analistas pronosticaron entonces que había un 2,7% de posibilidades de que se estrellara contra la Tierra. Por fortuna, el riesgo de impacto fue corregido y descartado por completo al menos para los próximos 100 años, pero su proximidad sigue ofreciendo una oportunidad científica irrepetible. Por cierto, Apophis fue bautizado así en honor del dios del caos dentro de la mitología egipcia.
Tras analizar los tamaños y las órbitas de todos los asteroides conocidos, los astrónomos creen que un objeto de este tamaño se acerca tanto a la Tierra solo una vez cada 5000 a 10.000 años. Por eso, agencias espaciales de todo el mundo, particularmente la NASA y la ESA, están planeando misiones para estudiarlo como nunca antes se ha hecho con un objeto de esas dimensiones.
Para aprovechar el evento, entidades públicas y empresas privadas están estudiando el uso de pequeños satélites, incluidos CubeSats. Su bajo costo, rapidez de desarrollo y lanzamiento y capacidad de desplegarse en enjambres los convierten en candidatos ideales para observar a Apophis desde múltiples ángulos durante su sobrevuelo.
Asteroide tipo "escombrera"
El estudio de (99942) Apophis es importante por tres razones. Primero, porque significa tener al alcance de los expertos un laboratorio natural, que permitirá estudiar la composición y estructura interna de un asteroide de tipo "escombrera" (una pila de restos cohesionados por la gravedad), crucial para entender la formación del Sistema Solar. También será útil para la defensa planetaria, puesto que los datos que se recojan mejorarán enormemente los modelos de predicción de las órbitas de asteroides y de planificación de futuras misiones de desviación, si alguna vez fueran necesarias. Finalmente, los efectos de la gravedad terrestre serán considerables. Su paso tan cercano alterará su órbita, su rotación y posiblemente cause deslizamientos de tierra en su superficie. En definitiva, es un experimento de física celestial en tiempo real.
Entre las iniciativas más destacadas para estudiar el asteroide, se encuentra Osiris-APEX, una misión de la NASA derivada de Osiris-Rex, que acompañará a Apophis durante y después de su aproximación a la Tierra.
La Osiris-Rex fue la primera misión estadounidense que tenía como objetivo estudiar y traer a la Tierra muestras de un asteroide, específicamente Bennu. La nave espacial, lanzada en 2016, recolectó material de la superficie de Bennu y regresó a la Tierra en 2023, depositando una cápsula con las muestras en el desierto de Utah.
Los científicos norteamericanos redirigieron la trayectoria del vehículo que todavía tenía combustible suficiente para que alcance el siguiente asteroide dentro de cuatro años. La sonda llegará poco después del acercamiento de 2029 y lo estudiará durante 18 meses. Más concretamente mapeará su superficie, analizará su composición y, lo más intrigante, usará sus propulsores para acercarse y "soplar" la superficie, revelando el material subsuperficial y estudiando cómo la gravedad terrestre lo perturba.
Como ya informó infoespacial, la ESA anunció en julio de 2024 el arranque de la denominada Misión Rápida Apophis para la Seguridad Espacial o Ramses por sus siglas en inglés, que está siendo gestionada por el Programa de Seguridad Espacial de la entidad europea con sede en París. El proyecto consta de una sonda principal y dos CubeSats. Juntos, los satélites estudiarán la composición del asteroide de 375 metros y observarán cómo reacciona a la atracción gravitatoria terrestre.
El 17 de octubre de 2024, la ESA anunció la adjudicación de un contrato valorado en 63 millones de euros a OHB Italia para las fases de consolidación e implementación inicial de la misión. En marzo de 2025, la agencia adjudicó a Tyvak International un contrato de 4,7 millones de euros para desarrollar el primero de los dos CubeSats. Esta plataforma incorporará un analizador de polvo para examinar el material liberado desde la superficie del asteroide, así como un radar de baja frecuencia para estudiar su estructura interna.
Contribución de España
El segundo CubeSat lo fabricará, gracias a un contrato de 1,5 millones de euros, un consorcio europeo liderado por la compañía española Emxys que también incluye a GMV, la danesa GomSpace, la francesa Isae-Supaero, y el Real Observatorio de Bélgica. El nanosatélite se desplegará desde la nave principal a pocos kilómetros del asteroide y estudiará su forma y propiedades geológicas. Posteriormente, realizará una aproximación autónoma antes de intentar aterrizar en la superficie del cuerpo celeste. De tener éxito, recopilará datos sobre la actividad sísmica de Apophis.
“Aterrizar en un asteroide es un gran desafío”, afirmó Paolo Martino, director del proyecto Ramses. “La forma irregular y las propiedades de la superficie dificultan la identificación de un punto de aterrizaje estable, mientras que la baja gravedad dificulta la permanencia en la superficie sin rebotar y alejarse a la deriva”, añadió.
La misión Ramses debe recibir todavía el apoyo final presupuestario en la decisiva reunión del Consejo Ministerial de la Agencia que debe celebrarse en Bremen (Alemania) en noviembre de este año para ser que pueda ser lanzada en 2028.
Además de estas dos grandes propuestas, existen otros estudios científicos coincidentes. Como el proyecto NEAlight lanzado por el Centro Interdisciplinario de Investigación para Estudios Extraterrestres (IFEX) de la Universidad de Würzburg en Baviera. O el liderado por la Universidad de Maryland que plantea el vuelo de un CubeSat de 12 unidades para investigar las características de la roca errante.
También es digno de mención el Experimento de Cráteres de Apophis (ACE por sus siglas en inglés), un concepto de misión que propone estudiar los efectos de un impacto controlado en el asteroide utilizando una nave espacial kamikaze y la citada sonda Osiris-APEX como observadora.
Este experimento busca profundizar la comprensión de la mecánica de asteroides y potencialmente contribuir a las estrategias de defensa planetaria. El ACE implicaría el impacto de una pequeña nave espacial (de entre 65 y 85 kg) sobre Apophis a una velocidad de 4 a 7 km/s. Este impacto crearía un cráter de aproximadamente 20 a 50 metros de diámetro y de 2 a 8 metros de profundidad.
La nave suicida podría lanzarse en 2029 o 2030, aprovechando trayectorias de baja energía una vez que la misión Osiris-APEX haya completado sus objetivos principales. El impacto está diseñado para ser "totalmente seguro", lo que significa que no aumentará el riesgo de que Apophis impacte con la Tierra. El cambio resultante en su trayectoria sería extremadamente pequeño, incluso menor que las incertidumbres en el seguimiento de la órbita del asteroide.